La explotación en la industria de los videojuegos, contada desde
dentro
Al
final uno acaba renunciando a sus sueños por cosas tan tontas como una
lumbalgia. Tommy Miller trabajaba en Naughty Dog, la empresa más prestigiosa de
su sector, el de los videojuegos. Pero su interminable jornada laboral, que le
hacía acumular más de 60 horas semanales de trabajo, le estaba destrozando la
espalda.
Decidió
irse antes de que la cosa empeorara. “Tuve suerte”, relata Miller en
conversación telefónica. “Otra gente salió peor. Vi a un compañero marcharse en
camilla, con un ataque de ansiedad. A otro, irse de baja por depresión. Uno
acabó en tratamiento por estrés postraumático... Hay muchas historias peores
que la mía”. El nombre de Tommy Miller es inventado. Las situaciones que
describe no.
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